domingo, 7 de septiembre de 2014

LA MODERNIZACIÓN ECONÓMICA

   I.            LA MODERNIZACIÓN ECONÓMICA

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
PARTE PRIMERA: Crecimiento Económico en el Escenario Europeo
                                                      I.            La modernización económica.
a.      El crecimiento económico moderno en España, panorámica con Europa al fondo.
b.      Las cuatro Españas económicas del siglo XX.
c.       Calendario de construcción de Europa y la participación Española
                                                   II.            Los determinantes del crecimiento económico
a.      Principales rasgos del crecimiento económico español desde los años sesenta.
b.      Determinantes del crecimiento a largo plazo: el papel de la productividad del trabajo y productividad, capital y progreso tecnológico.
c.       Fluctuaciones cíclicas y desequilibrios macroeconómicos

INTRODUCCIÓN
El presente trabajo analiza la estructura de la economía de España, desde un aspecto introductorio. El método seguido es la lectura del libro: “Economía Española, una introducción[1]”.
            El estudio de este libro se ha realizado, analizando cada una de las partes de este libro, desde la modernización de la economía en el escenario europeo, el crecimiento económico, la estructura productiva y competitividad y los aspectos instituciones en lo que respecta al sector público.



[1] GARCÍA DELGADO, J, L y MYRO, R. Editorial Cívitas, 1ra Edición, agosto 2012.


Introducción
Como el resto de los países de Europa occidental, Espala ha conocido a lo largo de los dos últimos siglos, un proceso de crecimiento y cambio. En el siglo XXI, la economía española se ha adentrado en un proceso de modernización, al igual que los nuevos países que se han incorporado a la UE.
            El crecimiento económico moderno, (esto es, incremento mantenido a largo plazo del producto por persona y por trabajador, acompañado de cambios estructurales, según la generalmente aceptada formula de KUZNETS) industrialización y consolidación del capital, resultan en este sentido sinónimos. El curso de nuestra historia contemporánea revela una evolución constante y una progresiva modernización, así, la industrialización, urbanización, legislación social, educación e incluso nuestras costumbres muestran el reflejo de ese cambio.
Desde el arranque de la revolución industrial que se iniciaron durante la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña, hasta la actualidad; hemos experimentado un modelo que facilita la ordenación en eje del tiempo de otras experiencias nacionales, distinguiendo entre los países que se incorporan al nuevo económico y social (first comer, early started, entre los que se encuentran: Francia, Bélgica, Suiza y EE. UU) y los que se rezagaban al proceso de industrialización (late comers, late joiners: Alemania, Italia, Japón y la propia España.[1]
En esta primera parte se analizará los rasgos los principales hitos recorridos en España y de su economía, un proceso vendrá acompañado de una perspectiva histórica comparada, una panorama del crecimiento moderno, los componentes y rasgos fundamentales del siglo XX (las cuatro Españas económicas del siglo XX), la determinación del crecimiento económico y la incorporación de España en la Unión Económica y Monetaria.

a.      El crecimiento económico moderno en España, panorámica con Europa al fondo:
 El capitalismo como orden social y económico, ha supuesto en los países de Europa occidental un crecimiento  económico y social, a lo largo de los dos últimos siglos.
La historia de económica contemporánea europea proviene del carácter sostenido a lo largo del movimiento ascendente de la renta real por habitantes, así como por las transformaciones de la base agraria de las sociedades tradicionales. Factores como el reconocimiento de la propiedad privada y los factores de producción (tierra, trabajo y capital); motivaron un crecimiento en el modelo económico de las personas. La industrialización y la consolidación del capitalismo vinieron acompañados de una estructura de cambios en las distintas sociedades.
La revolución industrial[2] trajo consigo el creciente uso de máquinas (los sectores más representativos de este crecimiento se encuentra en el sector del textil y el sector metalúrgico) y el empleo de personal para las fábricas constituyó un modelo de crecimiento y de cambio social.
El proceso de industrialización fue distinto en los países europeos, en el caso español, se presentó un secular atraso en lo que respecta a su economía. Una muestra de ello es que, a diferencia de lo que ocurría en la economía de Gran Bretaña; en España, la renta per cápita estaba por debajo de la inglesa hasta el 1960. Diferencia que continúa hoy en día. La evolución temporal de los niveles comparados de renta por habitantes, sitúa a España dentro de los países que forman una variante mediterránea de industrialización (estos tres países son: Italia, Portugal y Grecia). La renta real española por habitantes tardó cien años, desde 1850 a 1950, en doblar su valor, no obstante, en los años siguientes, se ha multiplicado por ocho. Sin embargo, existen elementos diferenciadores entre los conocidos como países mediterráneos de industrialización y el promedio de nivel de renta de Alemania, Francia y Gran Bretaña.
Una nota que debemos señalar es que, en el caso español, durante el siglo XVII y la mitad del XIX, el contexto de inestabilidad política y social marcó el ritmo de progreso económico, en referencia con el crecimiento inglés.
Con la entrada del euro como moneda única, España se incluye dentro de los once países que forman el Eurogrupo o eurozona, y existió un clima económico expansivo hasta concluir el 2007, cuando la crisis internacional más grave, desde la II Guerra Mundial, cambia el escenario de la economía europea y de la economía española.
b.      Las cuatro Españas económicas del siglo XX.
Desde 1900, la modernización de la economía de España se ha mostrado en distintos ritmos de crecimientos, ocasionando rasgos diferenciados en el clima económico y distinguiéndose varias Españas económicas.
Primera España económica: se extiende hasta las vísperas de la guerra civil. Durante esta primera época, la renta por habitantes, en términos reales aumenta entre 1901 y 1935 a una tasa media anual de 1,1 por 100.
España presenta bastantes elementos prometedores y entramos en lo que se conoce como la “edad de plata” de cultura española. Se acompaña a esta etapa con un proceso productivo de cambio y de modernización demográfica y social.
Segunda España económica: abarca hasta el decenio de 1950. El indicador que promedia la renta media por habitantes, situaba a España entre el 1935 y 1950 con un valor medio interanual negativo, resultado de la caída en picado de los años de guerra y de la lenta recuperación de la posguerra. Pero con el decenio de 1950 se abre un panorama distinto para el crecimiento español contemporáneo. España se coloca entre los países que encabezan los ritmos de expansión de crecimiento, con un incrementa medio de 5,5 por 100, en términos reales entre 1950 y 1975. En este cuarto siglo España alcanzó el mayor crecimiento demográfico.
Tercera España económica: finaliza con el franquismo. Durante el franquismo se adoptan medidas drásticas que derrumban los indicadores económicos a lo largo de 1975.
Con la desembocadura del régimen franquista, la economía, la sociedad y la cultura española, presentan profundas transformaciones que se prestan al terreno de cambios y con la instauración de la democracia. En esta tercera etapa se proclama nuestra actual Constitución Española de 1978, la cual supone una transformación drástica a nuestro anterior sistema político; no sólo desde aspectos de libertades políticas sino, además desde aspectos de cambio social.
Cuarta España económica: desde el último cuarto del siglo XX, hasta el comienzo del siglo XXI. Con la economía española democratizada, se han conseguidos bastantes cambios en el crecimiento económico. Situando nuestro crecimiento por encima de la media de los grandes países europeos.
La renta por habitantes de los españoles, entre el 1975 hasta el 2008, incrementó entorno al 2,6 por 100. Por otro lado, profundos cambios estructurales, en particular la desagrarización, la apertura exterior y la internacionalización empresarial y cambios sociales (incorporación de la mujer en la actividad laboral) generaron una construcción de un sistema de bienestar social (al estilo europeo) y un incremento en los recursos públicos. En el caso español, la europeización, pareció calibrar sus proyectos y también algunos aspectos que comparativamente resultan deficitarios.
c.       Calendario de construcción de Europa y la participación Española (algunos aspectos importantes):

1.      1950: Robert Schuman, propone la unión de la producción y el consumo de carbón y el acero entre Francia y Alemania.
2.      1951: Jean Monnet y otros, impulsan la firma de lo que sería los pilares de la construcción de Europa. El 18 de abril se firma el Tratado de París, constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).
3.      1957: se crea la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de Energía Atómica (CECA o Euratom).
4.      1962: se pasa a la segunda etapa de entrada de integración, prevista en los Tratados de Roma
5.      1962: El 9 de febrero, el Gobierno Español solicita la apertura de conversaciones para su posible asociación con la CEE.
6.      1968: 1 de julio, se elimina los aranceles en el interior de la Unión Aduanera.
7.      1969: se celebra la cumbre de la Haya con los Jefes de Estado y de Gobierno comunitario, decretándose la fase definitiva de los Tratados de Roma. Impulsándose la construcción de Europa.
8.      1970: Se firma un Acuerdo Comercial Preferente con España y la CEE (29 de junio).
9.      1977: España presenta su solicitud para la Adhesión a la CEE y en febrero del año siguiente se inician las negociaciones.
10.  1985: Con la tercera ampliación de la Comunidad Europea; España firma el Tratado de Adhesión, el 12 de junio, siendo ésta efectiva para el siguiente año.
11.  1989: La peseta se adhiere, en junio, al mecanismo de cambio del SME, con un margen de fluctuación amplio (+- 6 por 100).
12.  1994: se inicia el 1 de enero, la segunda etapa de la UEM.
13.  1997: se abre la tercera etapa, que prevé la plena materialización de la UEM y se establece el euro como moneda única.
14.  1998: los 11 países de la UEM (incluida España) fijan el tipo de conversión de la moneda. En nuestro caso se fijo en 166,386 pesetas de euro.
15.  2005: En España se celebra un reféndum para la constitución del Tratado constitucional (aprobado en España, pero no así en Francia y Holanda).
16.  2007: se firma el Tratado de Lisboa y se incorporan a la UE: Bulgaria y Rumanía.
17.  2011: Crece los miembros de la Eurozona, se incorpora Estonia, abarcando 17 países en total.
18.  2012: España obtiene de la UE un fondo de 100 mil millones de euros para sanear el sistema financiero español a través de FROB.
19.  2013: Croacia entra a formar parte de la UE.

                                                                  II.            LOS DETERMINANTES DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
Introducción
España consiguió el crecimiento muy rápido de su renta per cápita[3] en la segunda mitad del siglo XX. Especialmente hasta mediados del 1970, donde existió un intenso desarrollo, gracias a la expansión de la economía mundial.
Este crecimiento económico estuvo acompañado de un profundo cambio en los modos de vidas y de trabajo de los españoles (debemos señalar que los años finales del siglo XX se caracterizó por un desarrollo creciente; pero un importante desequilibrios, muestra de ello es nuestra actual crisis).
España se encontraba ya en la Unión Europea y nos encontrábamos con un progreso económico y una modernización institucional. Así la incorporación de España a la Eurozona trajo consigo una inyección económica y la apertura económica y política de nuestro país.
a.      Principales rasgos del crecimiento económico español desde los años sesenta:
El primer rasgo a destacar del crecimiento de la economía española es la alta tasa media anual que alcanzó (3,0 por 100) y que superaba la media de los países comunitarios que se encontraban en un 0,6 puntos porcentuales por año (España se encontraba en pleno crecimiento, superando incluso el ritmo de otros países más maduros de la Eurozona). Nuestro crecimiento fue aún mayor que Portugal, Grecia e Italia (España y Portugal firma el Tratado de Adhesión a la UE, el 12 de junio de 1985). No obstante, la expansión de la producción española se había multiplicado por la transformación de la estructura económica y social del país (la multiplicación de la renta creció por seis).
Un segundo rasgo muy significativo fue que el perfil temporal seguido por la renta per capita española se asemejaba mucho a los países comunitarios, aún incluso antes de pertenecer a la Unión Europea. Es por ello que España combinaba un perfil común a los otros países de la UE.
Europa experimenta tres períodos de evolución diferentes entre sí:
Primer período: conocido como la “edad dorada” que comienza en los primeros años cincuenta y finaliza en 1974, con la crisis económica derivada por el alza del precio del petróleo.
Segundo período: es de escaso avance, que corresponde al ajuste y recuperación de esta intensa crisis del petróleo.
Tercer período: con un aumento sostenido del PIB[4] per cápita apreciable, propio de economías maduras, que osciló entre el 2 por 100 anual medio y que se prolongó durante más de veinte años (1993-2008). Con la gran crisis de la economía mundial del 2008 y que puede compararse la Gran Depresión de 1929.
Volviendo al crecimiento económico español, existe un tercer rasgo distintivo que en comparación con los países comunitario, consistió en la mayor profundidad de la crisis que se haya examinado. Concretamente, la desencadenada en el decenio de 1970.
Durante la segunda mitad del decenio de 1970, los efectos de la subida del precio del crudo de petróleo fueron más intensan en España que en otros países. Este encarecimiento del crudo trajo como resultado la subida en los salarios, factores que no facilitaron el marco de transición política hacia la democracia.
El lento crecimiento económico español supuso un retroceso en el proceso de convergencia[5] de España con la renta per cápita media comunitaria, que hasta entonces había sido muy rápida, y que solo se reactivaría a partir de 1985.
Por último, se encuentra el cuarto rango, se refiere a las fluctuaciones registradas en cada una de las tres grandes etapas que han distinguido en la evolución de la Unión Europea y que poseen un carácter más marcado en España.
La etapa de expansión de España está relacionada con la apertura al exterior, las mismas, han suscitado expectativas favorables en los agentes económicos, al clarificar su futuro y orientarlo hacia objetivos compartidos por el resto de los países comunitarios. No obstante, las mayores fluctuaciones del PIB español son, en buena medida una consecuencia del proceso de homogeneización política y económica que ha vivido España, al igual que los países de su entorno. Estas fluctuaciones cíclicas, han determinado un impacto sobre los equilibrios macroeconómicos.

b.      Determinantes del crecimiento a largo plazo: el papel de la productividad del trabajo y productividad, capital y progreso tecnológico.
El papel de la productividad del trabajo:
Un incremento de la renta per cápita puede conseguirse por las siguientes formas; bien por el incremento de la población que realice actividad productiva (empleo per cápita), o bien porque exista una aumento del rendimiento laboral medio (productividad por trabajador).  De hecho, la renta por habitante no es sino el producto de estas dos relaciones, y su tasa de variación puede calcularse de forma aproximada, por la suma de las tasas de ambas variaciones. Por lo tanto, la productividad del trabajo aparece como la pieza clave del crecimiento.
El crecimiento económico en España se ha basado de forma decisiva en el aumento de la productividad del trabajo en el período de 1961-2011, lo que también ocurre en buena parte de los países comunitarios e incluso en Japón.
En el caso de España, la rigidez en los mercados de productos y de factores, genera que la productividad del trabajo aumente más que la renta per cápita, por consiguiente, el empleo por habitante, son los de ralentización o retroceso del crecimiento de la producción total.
Al estudiar los determinantes del crecimiento de la productividad a largo plazo, se ha puesto de manifiesto que el elevado ajuste laboral que está teniendo lugar durante la actual crisis, acelera el ritmo de aumento de la productividad, pero no se recupera el empleo destruido por la actual crisis y no hemos generado el empleo creado durante los primeros años de la década de 2000.
Productividad, capital y progreso tecnológico.
Dada la importancia que reviste la productividad en el crecimiento económico, exceptuando los últimos años, sin embargo, existen otras teorías convencionales del crecimiento, que explican el aumento de la productividad desde otras vertientes. Así tenemos que la función agregada de productividad, a través de dos factores: la mayor capitalización de las exportaciones (incremento en el capital físico y humano por trabajador o intensificación de capital) (i), y la mejora en la eficiencia conjunta del trabajo y el capital aplicando al proceso productivo (ii).  Ambos factores operan en cualquier economía.
KALDOR describió en 1958, lo que se conoce “hechos estilizados” en lo que respecta a un buen modelo de crecimiento económico de una economía industrial madura.
Los modelos describen las trayectorias temporales de las siguientes variables: producción agrícola, producción industrial, producción de servicio, ingreso nacional, exportaciones, importaciones, empleo en cada sector productivo, tipo de cambio u precios; suponiendo un comportamiento en la tasa de crecimiento de la población de las  tasad del progreso técnico, de los salarios y de los términos de intercambio. Por lo tanto, el capital físico por trabajador, tienen a aumentar con los factores de crecimiento. El trabajo eleva la productividad porque dispone de mayores medios de capital físico y humano o porque el rendimiento global del proceso de producción aumente.
Los resultados de la economía española se sintetizan de la manera siguiente:
·         Capital físico, medido a precios constantes en el 2005: el capital físico por trabajador ha pasado del equivalente a 38.000 euros en 1960 a algo más de 214.000 en el 2011.
·         Capital Humano, este es el mejor indicador, puesto que estudia el numero medio de años de la población activa. En el caso español registraba un valor de 5,3 en 1960 y de 10.7 en 2011. El impacto directo de este ascenso sobre la productividad pude estimarse en 11.000 euros más, en factores totales de producción de un 20 por 100.
En la fase de industrialización de la economía española, esta se presenta con un aumento en el stock de capital físico por trabajador, pasando de crecer a una tasa anual media superior al 8 por 100, antes del 1980, a hacerlo a otra en torno al 2 por 100, en los últimos quince años; siendo esto un dato algo artificial del empleo asociado a la expansión excesiva del sector de la construcción.
El crecimiento de la productividad de la economía española, al igual que ocurre con toda economía madura, se ha ralentizado con el tiempo, al recibir menos impuso del capital físico y también humano, en la última década.
La productividad del trabajo en España ha descendido desde finales del decenio 1980 y esta evolución ha descansado, en buena medida, en el estancamiento en el avance de la PTF, puesto que un aumento de este facto, se asienta en la incorporación de nuevas ideas, procedimientos y métodos a los procesos de productivos y a los productos, que se hace factible, a través de equipos de investigación y de una cualificación creciente de los trabajadores.

c.       Fluctuaciones cíclicas y desequilibrios macroeconómicos
Las fluctuaciones cíclicas que registra la evolución del PIB per cápita, se deben a que los factores de oferta (población, productividad y precios de los factores de producción) y de demanda (consumo, inversión y exportación netas) que determinan su crecimiento no evolucionan de manera gradual y sostenida, sino que con frecuencia, experimentan bruscos cambios en sus sendas de avance, lo que ocasiona los desequilibrios económicos: inflación, desempleo, déficit exterior o déficit público. Por otro lado, las políticas que los gobiernos aplican a fin de corregir estos desequilibrios, contribuyen también a las fluctuaciones, frenando o acelerando el aumento del PIB.
Dentro de la primera de las grandes etapas de crecimiento español, que como se ha indicado en este trabajo, se encuentra dentro del 1960-1974, momento en el que el PIB superó con frecuencia el PIB potencial, algo que también ocurrió en la segunda mitad de la década de 1980,1990 y 2000.
En la etapa de pronunciada crisis económica de la década de 1970 se destacó un carácter recesivo de nuestra economía.
En 1993 se produjo una reducción del PIB, que obedeció, sobre todo a las restricciones de políticas monetarias, ligadas a los efectos de la unificación de Alemania.
En el 2009 se registró la más importante burbuja inmobiliaria española que trajo como consecuencia la crisis financiera internacional.
Si analizamos estos entornos, nos daremos cuenta que los desequilibrios macroeconómicos suelen ser diferentes en la oferta o en la demanda, así tenemos que:
·         Perturbaciones de demanda: al impulsar el gasto agregado, dan lugar a movimientos en la misma dirección de la producción y de los precios y a movimientos en sentido contrarios del saldo de la balanza por cuenta corriente, al estimular las importaciones.
·         Por el contrario, las perturbaciones de oferta ocasionan movimientos en sentido contrarios de la producción y los precios. Por ejemplo, un aumento de la producción origina aumentos en la producción y reducción en los precios y en el tipo de cambio real, lo que mejora el saldo de la balanza por cuenta corriente.
Fases de expansión
Con el ingreso de España en la CEE y con la circulación efectiva del euro favoreció el aumento de las exportaciones. Este fuerte aumento de la demanda en esas fases expansivas originó tensiones sobre los precios, al tiempo que un déficit en el comercio exterior. Para atajar ambos desequilibrio, los gobiernos previos a la unidad monetaria europea adaptaron con frecuencia medidas de contención monetaria y fiscal de estabilización, que frenaron el crecimiento económico y la creación de empleo; así mismo, procedieron a devaluar la moneda, con el fin de conseguir restablecer la competitividad perdida.
La nueva moneda vino acompañada de una reducción sensible de los tipos de interés, en parte derivada de la desaparición de la prima de riesgos que exigían los inversores en España y ello impulsó, de forma intensa la demanda interior, en particular la formación bruta de capital en inmuebles. El importante incremento en el número de inmigrantes estimulo más el gasto interior, moderando al mismo tiempo el ascenso de salarios y precios, aunque sin poder evitarse un incremento del déficit exterior. En ocasiones anteriores, España hubiese devaluado su moneda, pero al pertenecer al mercado único y poseer una moneda única, ésta opción ya no sería posible.
Fases recesivas
Durante el transcurso de este trabajo se ha apuntado que el decenio de 1970 fue una etapa recesiva, que se vio marcada por la subida en el precio del crudo petrolífero, debido a una alta dependencia de esta materia prima, y que produjo relevantes subidas en los salarios y en las cotizaciones de la Seguridad Social, en gran medida por las tensiones políticas propias del proceso de transición de la dictadura a la democracia, por otro lado, el escenario político creó un clima de incertidumbre que no propiciaba unas expectativas para la inversión. Fruto de esas perturbaciones negativas ocasionó una reducción de la producción y el empleo y la elevación de los precios. La respuesta de gobierno en transición democrática no pudo ser la de aplicar medidas monetarias y fiscales contractivas (puesto que estas medidas generarían un mayor número de desempleo), ni tampoco el estímulo de la demanda (puesto que habría supuesto una mayor subida de los precios) y provocaría efectos expansivos no deseados en el gasto agregado.


Espero que este segundo capítulo se ayude a entender más nuestra sistema económico Español.

Un cordial saludo,
Elizabeth Bastidas Gerónimo.
Abogada




[1] GARCÍA DELGADO, J, L y MYRO, R. “Lecciones de Economía Española.” Editorial Cívitas, 11 Edición. Pág. 20.
[2] La Revolución Industrial puede definirse como el conjunto de innovaciones tecnológicas y de organización de producción que unidas a otras de carácter social e institucional, generaron y promovieron una amplia capacidad productiva. Se caracterizó como un aumento, amplio y sostenible de los ingresos reales per cápita.
[3] La renta per cápita, PIB/PBI per cápita o ingreso per cápita, es la relación que hay entre el PIB (producto interno bruto) y la cantidad de habitantes de un país. Para conseguirlo, hay que dividir el PIB de un país entre su población.
[4] En macroeconomía, el producto interno bruto (PIB), conocido también como producto interior bruto o producto bruto interno (PBI), es una magnitud macroeconómica que expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final de un país (o una región) durante un período determinado de tiempo (normalmente un año).
El PIB es usado como objeto de estudio de la macroeconomía. Su cálculo se encuadra dentro de la contabilidad nacional. Para su estimación, se emplean varios métodos complementarios. Tras el pertinente ajuste de los resultados obtenidos en los mismos, al menos parcialmente resulta incluida en su cálculo la economía sumergida.
No obstante, existen limitaciones a su uso. Además de los mencionados ajustes necesarios para la economía sumergida, el impacto social o ecológico de diversas actividades puede ser importante para lo que se esté estudiando, y puede no estar recogido en el PIB. Existen diversas medidas alternativas al PIB que pueden ser útiles para determinadas comparaciones y estudios.

[5] La Convergencia económica, se refiere a la reducción de las diferencias económicas, las cuales son medidas a través de los términos de la renta per cápita, entre unos y otros países o entre una u otras regiones.

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