I.
LA
MODERNIZACIÓN ECONÓMICA
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
PARTE PRIMERA: Crecimiento
Económico en el Escenario Europeo
I.
La modernización económica.
a.
El
crecimiento económico moderno en España, panorámica con Europa al fondo.
b.
Las
cuatro Españas económicas del siglo XX.
c.
Calendario
de construcción de Europa y la participación Española
II.
Los determinantes del crecimiento
económico
a.
Principales
rasgos del crecimiento económico español desde los años sesenta.
b.
Determinantes
del crecimiento a largo plazo: el papel de la productividad del trabajo y
productividad, capital y progreso tecnológico.
c.
Fluctuaciones
cíclicas y desequilibrios macroeconómicos
INTRODUCCIÓN
El
presente trabajo analiza la estructura de la economía de España, desde un
aspecto introductorio. El método seguido es la lectura del libro: “Economía Española, una introducción[1]”.
El estudio de este libro se ha
realizado, analizando cada una de las partes de este libro, desde la
modernización de la economía en el escenario europeo, el crecimiento económico,
la estructura productiva y competitividad y los aspectos instituciones en lo
que respecta al sector público.
Introducción
Como
el resto de los países de Europa occidental, Espala ha conocido a lo largo de
los dos últimos siglos, un proceso de crecimiento y cambio. En el siglo XXI, la
economía española se ha adentrado en un proceso de modernización, al igual que
los nuevos países que se han incorporado a la UE.
El crecimiento económico moderno,
(esto es, incremento mantenido a largo plazo del producto por persona y por
trabajador, acompañado de cambios estructurales, según la generalmente aceptada
formula de KUZNETS) industrialización y consolidación del capital, resultan en
este sentido sinónimos. El curso de nuestra historia contemporánea revela una
evolución constante y una progresiva modernización, así, la industrialización,
urbanización, legislación social, educación e incluso nuestras costumbres
muestran el reflejo de ese cambio.
Desde
el arranque de la revolución industrial que se iniciaron durante la segunda
mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña, hasta la actualidad; hemos experimentado
un modelo que facilita la ordenación en eje del tiempo de otras experiencias
nacionales, distinguiendo entre los países que se incorporan al nuevo económico
y social (first comer, early started,
entre los que se encuentran: Francia, Bélgica, Suiza y EE. UU) y los que se
rezagaban al proceso de industrialización (late
comers, late joiners: Alemania, Italia, Japón y la propia España.[1]
En
esta primera parte se analizará los rasgos los principales hitos recorridos en
España y de su economía, un proceso vendrá acompañado de una perspectiva histórica
comparada, una panorama del crecimiento moderno, los componentes y rasgos
fundamentales del siglo XX (las cuatro Españas económicas del siglo XX), la
determinación del crecimiento económico y la incorporación de España en la
Unión Económica y Monetaria.
a.
El
crecimiento económico moderno en España, panorámica con Europa al fondo:
|
El capitalismo como orden social y económico,
ha supuesto en los países de Europa occidental un crecimiento económico y social, a lo largo de los dos
últimos siglos.
La
historia de económica contemporánea europea proviene del carácter sostenido a
lo largo del movimiento ascendente de la renta real por habitantes, así como
por las transformaciones de la base agraria de las sociedades tradicionales.
Factores como el reconocimiento de la propiedad privada y los factores de
producción (tierra, trabajo y capital); motivaron un crecimiento en el modelo
económico de las personas. La industrialización y la consolidación del
capitalismo vinieron acompañados de una estructura de cambios en las distintas
sociedades.
La
revolución industrial[2]
trajo consigo el creciente uso de máquinas (los sectores más representativos de
este crecimiento se encuentra en el sector del textil y el sector metalúrgico)
y el empleo de personal para las fábricas constituyó un modelo de crecimiento y
de cambio social.
El
proceso de industrialización fue distinto en los países europeos, en el caso
español, se presentó un secular atraso en lo que respecta a su economía. Una
muestra de ello es que, a diferencia de lo que ocurría en la economía de Gran
Bretaña; en España, la renta per cápita estaba por debajo de la inglesa
hasta el 1960. Diferencia que continúa hoy en día. La evolución temporal de
los niveles comparados de renta por habitantes, sitúa a España dentro de los
países que forman una variante mediterránea
de industrialización (estos tres países son: Italia, Portugal y Grecia). La
renta real española por habitantes tardó cien años, desde 1850 a 1950, en
doblar su valor, no obstante, en los años siguientes, se ha multiplicado por
ocho. Sin embargo, existen elementos diferenciadores entre los conocidos como
países mediterráneos de industrialización
y el promedio de nivel de renta de Alemania, Francia y Gran Bretaña.
Una
nota que debemos señalar es que, en el caso español, durante el siglo XVII y la
mitad del XIX, el contexto de inestabilidad política y social marcó el
ritmo de progreso económico, en referencia con el crecimiento inglés.
Con
la entrada del euro como moneda única, España se incluye dentro de los once
países que forman el Eurogrupo o eurozona,
y existió un clima económico expansivo hasta concluir el 2007, cuando la crisis
internacional más grave, desde la II Guerra Mundial, cambia el escenario de la
economía europea y de la economía española.
b.
Las
cuatro Españas económicas del siglo XX.
|
Desde
1900, la modernización de la economía de España se ha mostrado en distintos
ritmos de crecimientos, ocasionando rasgos diferenciados en el clima económico
y distinguiéndose varias Españas
económicas.
Primera España
económica: se extiende hasta las vísperas de la
guerra civil. Durante esta primera época, la renta por habitantes, en términos
reales aumenta entre 1901 y 1935 a una tasa media anual de 1,1 por 100.
España
presenta bastantes elementos prometedores y entramos en lo que se conoce como
la “edad de plata” de cultura española. Se acompaña a esta etapa con un proceso
productivo de cambio y de modernización demográfica y social.
Segunda España
económica: abarca hasta el decenio de 1950. El
indicador que promedia la renta media por habitantes, situaba a España entre el
1935 y 1950 con un valor medio interanual negativo, resultado de la caída en
picado de los años de guerra y de la lenta recuperación de la posguerra. Pero
con el decenio de 1950 se abre un panorama distinto para el crecimiento español
contemporáneo. España se coloca entre los países que encabezan los ritmos de
expansión de crecimiento, con un incrementa medio de 5,5 por 100, en términos
reales entre 1950 y 1975. En este cuarto siglo España alcanzó el mayor
crecimiento demográfico.
Tercera España
económica: finaliza con el franquismo. Durante el
franquismo se adoptan medidas drásticas que derrumban los indicadores
económicos a lo largo de 1975.
Con
la desembocadura del régimen franquista, la economía, la sociedad y la cultura
española, presentan profundas transformaciones que se prestan al terreno de
cambios y con la instauración de la democracia. En esta tercera etapa se
proclama nuestra actual Constitución Española de 1978, la cual supone una
transformación drástica a nuestro anterior sistema político; no sólo desde
aspectos de libertades políticas sino, además desde aspectos de cambio social.
Cuarta España económica:
desde el último cuarto del siglo XX, hasta el comienzo del siglo XXI. Con la
economía española democratizada, se han conseguidos bastantes cambios en el
crecimiento económico. Situando nuestro crecimiento por encima de la media de
los grandes países europeos.
La
renta por habitantes de los españoles, entre el 1975 hasta el 2008, incrementó
entorno al 2,6 por 100. Por otro lado, profundos cambios estructurales, en
particular la desagrarización, la
apertura exterior y la internacionalización empresarial y cambios sociales
(incorporación de la mujer en la actividad laboral) generaron una construcción
de un sistema de bienestar social (al
estilo europeo) y un incremento en los recursos públicos. En el caso español, la europeización, pareció calibrar sus
proyectos y también algunos aspectos que comparativamente resultan
deficitarios.
c.
Calendario
de construcción de Europa y la participación Española (algunos aspectos
importantes):
1. 1950:
Robert Schuman, propone la unión de la producción y el consumo de carbón y el
acero entre Francia y Alemania.
2. 1951:
Jean Monnet y otros, impulsan la firma de lo que sería los pilares de la
construcción de Europa. El 18 de abril se firma el Tratado de París,
constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).
3. 1957:
se crea la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de Energía
Atómica (CECA o Euratom).
4. 1962:
se pasa a la segunda etapa de entrada de integración, prevista en los Tratados
de Roma
5. 1962:
El 9 de febrero, el Gobierno Español solicita la apertura de conversaciones
para su posible asociación con la CEE.
6. 1968:
1 de julio, se elimina los aranceles en el interior de la Unión Aduanera.
7. 1969:
se celebra la cumbre de la Haya con los Jefes de Estado y de Gobierno
comunitario, decretándose la fase definitiva de los Tratados de Roma.
Impulsándose la construcción de Europa.
8. 1970:
Se firma un Acuerdo Comercial Preferente con España y la CEE (29 de junio).
9. 1977:
España presenta su solicitud para la Adhesión a la CEE y en febrero del año
siguiente se inician las negociaciones.
10. 1985:
Con la tercera ampliación de la Comunidad Europea; España firma el Tratado de
Adhesión, el 12 de junio, siendo ésta efectiva para el siguiente año.
11. 1989:
La peseta se adhiere, en junio, al mecanismo de cambio del SME, con un margen
de fluctuación amplio (+- 6 por 100).
12. 1994:
se inicia el 1 de enero, la segunda etapa de la UEM.
13. 1997:
se abre la tercera etapa, que prevé la plena materialización de la UEM y se
establece el euro como moneda única.
14. 1998:
los 11 países de la UEM (incluida España) fijan el tipo de conversión de la
moneda. En nuestro caso se fijo en 166,386 pesetas de euro.
15. 2005:
En España se celebra un reféndum para la constitución del Tratado
constitucional (aprobado en España, pero no así en Francia y Holanda).
16. 2007:
se firma el Tratado de Lisboa y se incorporan a la UE: Bulgaria y Rumanía.
17. 2011:
Crece los miembros de la Eurozona, se incorpora Estonia, abarcando 17 países en
total.
18. 2012:
España obtiene de la UE un fondo de 100 mil millones de euros para sanear el
sistema financiero español a través de FROB.
19. 2013:
Croacia entra a formar parte de la UE.
II.
LOS
DETERMINANTES DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
Introducción
España
consiguió el crecimiento muy rápido de su renta per cápita[3] en
la segunda mitad del siglo XX. Especialmente hasta mediados del 1970, donde
existió un intenso desarrollo, gracias a la expansión de la economía mundial.
Este
crecimiento económico estuvo acompañado de un profundo cambio en los modos de
vidas y de trabajo de los españoles (debemos señalar que los años finales del
siglo XX se caracterizó por un desarrollo creciente; pero un importante
desequilibrios, muestra de ello es nuestra actual crisis).
España
se encontraba ya en la Unión Europea y nos encontrábamos con un progreso
económico y una modernización institucional. Así la incorporación de España a
la Eurozona trajo consigo una inyección económica y la apertura económica y
política de nuestro país.
a.
Principales
rasgos del crecimiento económico español desde los años sesenta:
El
primer rasgo a destacar del
crecimiento de la economía española es la alta tasa media anual que alcanzó
(3,0 por 100) y que superaba la media de los países comunitarios que se
encontraban en un 0,6 puntos porcentuales por año (España se encontraba en
pleno crecimiento, superando incluso el ritmo de otros países más maduros de la
Eurozona). Nuestro crecimiento fue aún mayor que Portugal, Grecia e Italia (España
y Portugal firma el Tratado de Adhesión a la UE, el 12 de junio de 1985). No
obstante, la expansión de la producción española se había multiplicado por la
transformación de la estructura económica y social del país (la multiplicación
de la renta creció por seis).
Un
segundo rasgo muy significativo fue
que el perfil temporal seguido por la renta
per capita española se asemejaba mucho a los países comunitarios, aún
incluso antes de pertenecer a la Unión Europea. Es por ello que España
combinaba un perfil común a los otros países de la UE.
Europa
experimenta tres períodos de evolución diferentes entre sí:
Primer
período: conocido como la “edad dorada” que comienza en los
primeros años cincuenta y finaliza en 1974, con la crisis económica derivada
por el alza del precio del petróleo.
Segundo
período: es de escaso avance, que corresponde al ajuste y
recuperación de esta intensa crisis del petróleo.
Tercer
período: con un aumento sostenido del PIB[4]
per cápita apreciable, propio de economías maduras, que osciló entre el 2 por
100 anual medio y que se prolongó durante más de veinte años (1993-2008). Con
la gran crisis de la economía mundial del 2008 y que puede compararse la Gran
Depresión de 1929.
Volviendo
al crecimiento económico español, existe un tercer
rasgo distintivo que en comparación con los países comunitario, consistió
en la mayor profundidad de la crisis que se haya examinado. Concretamente, la
desencadenada en el decenio de 1970.
Durante
la segunda mitad del decenio de 1970, los efectos de la subida del precio del
crudo de petróleo fueron más intensan en España que en otros países. Este
encarecimiento del crudo trajo como resultado la subida en los salarios,
factores que no facilitaron el marco de transición política hacia la
democracia.
El
lento crecimiento económico español supuso un retroceso en el proceso de
convergencia[5]
de España con la renta per cápita media comunitaria, que hasta entonces había
sido muy rápida, y que solo se reactivaría a partir de 1985.
Por
último, se encuentra el cuarto rango,
se refiere a las fluctuaciones registradas en cada una de las tres grandes
etapas que han distinguido en la evolución de la Unión Europea y que poseen
un carácter más marcado en España.
La
etapa de expansión de España está relacionada con la apertura al exterior, las
mismas, han suscitado expectativas
favorables en los agentes económicos, al clarificar su futuro y
orientarlo hacia objetivos compartidos por el resto de los países comunitarios.
No obstante, las mayores fluctuaciones del PIB español son, en buena medida una
consecuencia del proceso de homogeneización política y económica que ha vivido
España, al igual que los países de su entorno. Estas fluctuaciones cíclicas,
han determinado un impacto sobre los equilibrios macroeconómicos.
b.
Determinantes
del crecimiento a largo plazo: el papel de la productividad del trabajo y
productividad, capital y progreso tecnológico.
El papel de la productividad del
trabajo:
Un
incremento de la renta per cápita puede conseguirse por las siguientes formas;
bien por el incremento de la población que realice actividad productiva (empleo per cápita), o bien porque exista
una aumento del rendimiento laboral medio (productividad por trabajador). De hecho, la renta por habitante no es sino
el producto de estas dos relaciones, y su tasa de variación puede calcularse de
forma aproximada, por la suma de las tasas de ambas variaciones. Por lo tanto,
la productividad del trabajo aparece como la pieza clave del crecimiento.
El
crecimiento económico en España se ha basado de forma decisiva en el aumento de
la productividad del trabajo en el período
de 1961-2011, lo que también ocurre en buena parte de los países comunitarios e
incluso en Japón.
En
el caso de España, la rigidez en los mercados de productos y de factores,
genera que la productividad del trabajo aumente más que la renta per cápita,
por consiguiente, el empleo por habitante, son los de ralentización o retroceso
del crecimiento de la producción total.
Al
estudiar los determinantes del crecimiento de la productividad a largo plazo,
se ha puesto de manifiesto que el elevado ajuste laboral que está teniendo
lugar durante la actual crisis, acelera el ritmo de aumento de la
productividad, pero no se recupera el empleo destruido por la actual crisis y
no hemos generado el empleo creado durante los primeros años de la década de
2000.
Productividad, capital
y progreso tecnológico.
Dada
la importancia que reviste la productividad en el crecimiento económico,
exceptuando los últimos años, sin embargo, existen otras teorías convencionales
del crecimiento, que explican el aumento de la productividad desde otras
vertientes. Así tenemos que la función agregada de productividad, a través de
dos factores: la mayor capitalización de las exportaciones (incremento en el
capital físico y humano por trabajador o intensificación de capital) (i), y la
mejora en la eficiencia conjunta del trabajo y el capital aplicando al proceso
productivo (ii). Ambos factores operan
en cualquier economía.
KALDOR
describió en 1958, lo que se conoce “hechos estilizados” en lo que respecta a
un buen modelo de crecimiento económico de una economía industrial madura.
Los
modelos describen las trayectorias temporales de las siguientes variables:
producción agrícola, producción industrial, producción de servicio, ingreso
nacional, exportaciones, importaciones, empleo en cada sector productivo, tipo
de cambio u precios; suponiendo un comportamiento en la tasa de crecimiento de
la población de las tasad del progreso
técnico, de los salarios y de los términos de intercambio. Por lo tanto, el capital
físico por trabajador, tienen a aumentar con los factores de crecimiento. El
trabajo eleva la productividad porque
dispone de mayores medios de capital
físico y humano o porque el rendimiento global del proceso de producción
aumente.
Los
resultados de la economía española se sintetizan de la manera siguiente:
·
Capital
físico, medido a precios constantes en el 2005: el capital
físico por trabajador ha pasado del equivalente a 38.000 euros en 1960 a algo
más de 214.000 en el 2011.
·
Capital
Humano, este es el mejor indicador, puesto que estudia el
numero medio de años de la población activa. En el caso español registraba un
valor de 5,3 en 1960 y de 10.7 en 2011. El impacto directo de este ascenso
sobre la productividad pude estimarse en 11.000 euros más, en factores totales
de producción de un 20 por 100.
En
la fase de industrialización de la economía española, esta se presenta con un
aumento en el stock de capital físico
por trabajador, pasando de crecer a una tasa anual media superior al 8 por 100,
antes del 1980, a hacerlo a otra en torno al 2 por 100, en los últimos quince
años; siendo esto un dato algo artificial del empleo asociado a la expansión
excesiva del sector de la construcción.
El
crecimiento de la productividad de la economía española, al igual que ocurre
con toda economía madura, se ha ralentizado con el tiempo, al recibir menos
impuso del capital físico y también humano, en la última década.
La
productividad del trabajo en España ha descendido desde finales del decenio
1980 y esta evolución ha descansado, en buena medida, en el estancamiento en el
avance de la PTF, puesto que un aumento de este facto, se asienta en la
incorporación de nuevas ideas, procedimientos y métodos a los procesos de
productivos y a los productos, que se hace factible, a través de equipos de
investigación y de una cualificación creciente de los trabajadores.
c.
Fluctuaciones
cíclicas y desequilibrios macroeconómicos
Las
fluctuaciones cíclicas que registra la evolución del PIB per cápita, se deben a
que los factores de oferta (población, productividad y precios de los factores
de producción) y de demanda (consumo, inversión y exportación netas) que
determinan su crecimiento no evolucionan de manera gradual y sostenida, sino
que con frecuencia, experimentan bruscos cambios en sus sendas de avance, lo
que ocasiona los desequilibrios económicos: inflación, desempleo, déficit
exterior o déficit público. Por otro lado, las políticas que los gobiernos
aplican a fin de corregir estos desequilibrios, contribuyen también a las
fluctuaciones, frenando o acelerando el aumento del PIB.
Dentro
de la primera de las grandes etapas de crecimiento español, que como se ha
indicado en este trabajo, se encuentra dentro del 1960-1974, momento en el que
el PIB superó con frecuencia el PIB potencial, algo que también ocurrió en la
segunda mitad de la década de 1980,1990 y 2000.
En
la etapa de pronunciada crisis económica de la década de 1970 se destacó un
carácter recesivo de nuestra economía.
En
1993 se produjo una reducción del PIB, que obedeció, sobre todo a las
restricciones de políticas monetarias, ligadas a los efectos de la unificación
de Alemania.
En
el 2009 se registró la más importante burbuja inmobiliaria española que trajo
como consecuencia la crisis financiera internacional.
Si
analizamos estos entornos, nos daremos cuenta que los desequilibrios
macroeconómicos suelen ser diferentes en la oferta o en la demanda, así tenemos
que:
·
Perturbaciones de demanda: al impulsar
el gasto agregado, dan lugar a movimientos en la misma dirección de la
producción y de los precios y a movimientos en sentido contrarios del saldo de
la balanza por cuenta corriente, al estimular las importaciones.
·
Por el contrario, las perturbaciones de
oferta ocasionan movimientos en sentido contrarios de la producción y los
precios. Por ejemplo, un aumento de la producción origina aumentos en la
producción y reducción en los precios y en el tipo de cambio real, lo que
mejora el saldo de la balanza por cuenta corriente.
Fases de expansión
Con
el ingreso de España en la CEE y con la circulación efectiva del euro favoreció
el aumento de las exportaciones. Este fuerte aumento de la demanda en esas
fases expansivas originó tensiones sobre los precios, al tiempo que un déficit
en el comercio exterior. Para atajar ambos desequilibrio, los gobiernos previos
a la unidad monetaria europea adaptaron con frecuencia medidas de contención
monetaria y fiscal de estabilización, que frenaron el crecimiento económico y
la creación de empleo; así mismo, procedieron a devaluar la moneda, con el fin de
conseguir restablecer la competitividad perdida.
La
nueva moneda vino acompañada de una reducción sensible de los tipos de interés,
en parte derivada de la desaparición de la prima de riesgos que exigían los
inversores en España y ello impulsó, de forma intensa la demanda interior, en
particular la formación bruta de capital en inmuebles. El importante incremento
en el número de inmigrantes estimulo más el gasto interior, moderando al mismo
tiempo el ascenso de salarios y precios, aunque sin poder evitarse un
incremento del déficit exterior. En ocasiones anteriores, España hubiese
devaluado su moneda, pero al pertenecer al mercado único y poseer una moneda
única, ésta opción ya no sería posible.
Fases recesivas
Durante
el transcurso de este trabajo se ha apuntado que el decenio de 1970 fue una
etapa recesiva, que se vio marcada por la subida en el precio del crudo
petrolífero, debido a una alta dependencia de esta materia prima, y que produjo
relevantes subidas en los salarios y en las cotizaciones de la Seguridad
Social, en gran medida por las tensiones políticas propias del proceso de
transición de la dictadura a la democracia, por otro lado, el escenario
político creó un clima de incertidumbre que no propiciaba unas expectativas
para la inversión. Fruto de esas perturbaciones negativas ocasionó una
reducción de la producción y el empleo y la elevación de los precios. La
respuesta de gobierno en transición democrática no pudo ser la de aplicar
medidas monetarias y fiscales contractivas (puesto que estas medidas generarían
un mayor número de desempleo), ni tampoco el estímulo de la demanda (puesto que
habría supuesto una mayor subida de los precios) y provocaría efectos
expansivos no deseados en el gasto agregado.
Espero que este segundo capítulo se ayude a entender más nuestra sistema económico Español.
Un cordial saludo,
Elizabeth Bastidas Gerónimo.
Abogada
[1] GARCÍA DELGADO, J, L y MYRO, R.
“Lecciones de Economía Española.”
Editorial Cívitas, 11 Edición. Pág. 20.
[2] La Revolución Industrial puede
definirse como el conjunto de innovaciones tecnológicas y de organización de
producción que unidas a otras de carácter social e institucional, generaron y
promovieron una amplia capacidad productiva. Se caracterizó como un aumento,
amplio y sostenible de los ingresos reales per cápita.
[4] En macroeconomía, el producto interno
bruto (PIB), conocido también como producto
interior bruto o producto bruto interno (PBI), es
una magnitud macroeconómica que expresa el valor
monetario de
la producción de bienes y servicios de demanda final de un país (o una región)
durante un período determinado de tiempo (normalmente un año).
El PIB es usado como objeto de estudio de la macroeconomía. Su cálculo se encuadra dentro
de la contabilidad
nacional. Para
su estimación, se emplean varios métodos complementarios. Tras el pertinente
ajuste de los resultados obtenidos en los mismos, al menos parcialmente resulta
incluida en su cálculo la economía
sumergida.
No obstante, existen limitaciones a su uso. Además
de los mencionados ajustes necesarios para la economía sumergida, el impacto
social o ecológico de diversas actividades puede ser importante para lo que se
esté estudiando, y puede no estar recogido en el PIB. Existen diversas medidas
alternativas al PIB que pueden ser útiles para determinadas comparaciones y
estudios.
[5] La Convergencia económica, se
refiere a la reducción de las diferencias económicas, las cuales son medidas a
través de los términos de la renta per cápita, entre unos y otros países o
entre una u otras regiones.
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