domingo, 7 de septiembre de 2014

ESPAÑA EN LA UNIÓN ECONÓMICA Y MONETARIA

                                                                         


El presente trabajo 
analiza la estructura de la economía de España, 
desde un aspecto introductorio.
 El método seguido 
es la lectura del libro: 
Economía Española, una introducción. 
(GARCÍA DELGADO, J, L y MYRO, R. Editorial Cívitas, 1ra Edición, agosto 2012.)

Índice:
                                                      1.      España en la Unión Económica y Monetaria
2.      Estructura productiva y competitividad
3.      Comercio exterior
4.      La empresa y su internacionalización
5.      Los recursos naturales y energéticos



         ESPAÑA EN LA UNIÓN ECONÓMICA Y MONETARIA

Con la puesta en marcha del euro y la formación de la Unión Económica y Monetaria, fue un paso transcendental en el proceso de integración europea. Con esta unión monetaria se esperaba contener beneficios de carácter microeconómico y estaban asociados a las ganancias de eficacia derivada. En cambio, se generaron muchos costes que eran, más bien de tipo macroeconómicos y en especial, por la renuncia de las políticas monetarias y cambiarias independientes. En este sentido, lo costes de compartir una moneda común era la pérdida de la soberanía nacional en el manejo de las dos principales políticas macroeconómicas de cualquier país.
Las ideas de económicas, acerca de la integración monetaria, señala que frente a esos costes, existe la “Teoría de las Áreas Monetarias Óptimas”, que señala lo siguiente:
·         Compartir política fiscal entre los grupos de países: por lo tanto, si un grupo de países van a compartir una única política monetaria y cambiaria, es aconsejable que compartan también la política fiscal (para así evitar una posible perturbación asimétrica).
·         Flexibilidad de los mercados de factores, bienes y servicios: esta teoría recomienda flexibilizar estos factores, para así avanzar en la unión presupuestaria de los países miembros, para que, ante el riesgo de potenciales perturbaciones asimétricas, cada país pueda hacer los ajustes necesarios.
·         Creación de competencia en todas las actividades productivas, creándose un mercado de trabajo lo suficiente flexible, para facilitar los movimientos migratorios entre los países miembros.
·         Crear un marco institucional flexible: crear un marco suficientemente flexible para que las economías nacionales de los estados miembros se puedan hacer los ajustes necesarios, en caso de que existen costes y precios internos.

El diseño de la UEM no se tuvieron en cuentas las predicciones de esta teoría, sino que se optó por el establecimiento de unos criterios que garantizasen la estabilidad macroeconómica.
Con la estabilidad macroeconómica de la eurozona, permitió una fuerte reducción del tipo de interés y su mantenimiento en niveles muy bajos, lo que ha llevado a que los agentes económicos cohesionen con el proceso de integración económica.
En el caso español, el fuerte crecimiento registrado en el período de 1999-2007 propició desequilibrios económicos, entre los tres desequilibrios se que destacan:
·         Una tasa de inflación superior de la mayoría de los países de la zona euro.
·         Un enorme déficit por cuenta corriente, que ha implicado que España sea una de las economías con mayor deuda exterior del mundo.
·         Y, la gestión de una burbuja inmobiliaria, cuyo estallido ha afectado, no solo a la estabilidad bancaria, sino también a las cuentas de las Administraciones Públicas.

ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y COMPETITIVIDAD
   I.            Estructura productiva
El peculiar modelo de crecimiento español, basado en la actividad inmobiliaria, explica el incremento del peso de la construcción en la producción y el empleo, en la década de 1990 hasta la crisis iniciada en el 2007.
Una de las pautas más consistente del crecimiento económico es el cambio en la estructura productiva, o cambio en el peso de esta actividad, que se produce conforme las sociedades progresan.
La agricultura suele jugar un papel fundamental en las primeras fases de crecimiento, proporcionando una mano de obra necesaria para el desarrollo industrial. En el caso Español, esta ha sido uno de los motores de nuestra economía interna, al igual que la construcción, el sector de servicios y la automoción.
La transformación acaecida en la estructura de la estructura productiva de España desde la década de 1980, puede sinterizarse en tres grandes rasgos:
·         La participación relativa de los servicios de producción nacional, valorada a precios corrientes, ha aumentado sustancialmente en el detrimento de los bienes.
·         El peso relativo de bienes y servicios en la producción real se ha mantenido constante.
·         La participación relativa de empleo en los servicios ha crecido de forma sostenida, en detrimento del peso de las actividades productoras de bienes.


      II.            Comercio exterior
Desde comienzos de la década de 1960, el proceso de crecimiento económico de la economía española se benefició de los efectos dinámicos del comercio internacional.
Tres consecuencias de importancia que pueden contribuir a un primer balance agregado del comercio exterior español, se encuentran:
·         En primer lugar, el aumento en la cuota de la ventas españolas en los mercados internacionales. Así, las exportaciones españolas pasaron de suponer el 1,2 a 1.6 por 100 del total mundial, entre 1985 y 2011. Por consiguiente, en 1985 apenas ha habido crecimiento en esta cuota, lo que constituye una pérdida de aliento competitivo de la economía española, en los últimos años.
·         Un segundo facto es un notable proceso de apertura de la economía española, de forma que los flujos del comercio (exportaciones) apenas alcancen el 31 por 100 del PIB en 1985, suponiendo un 45 por 100 en 2011.
·         En tercer lugar, se constata que la brecha comercial se ha mantenido en nivel relativamente aceptable. En concreto, en 2011 la tasa de cobertura se situó próxima al 85 por 100.

                                                III.            La empresa y su internacionalización
El sistema empresarial de una sociedad condiciona su capacidad de crecimiento económico y el bienestar de sus ciudadanos.
En el caso español, la estructura empresarial se caracteriza por el claro predominio de las PYME (las pequeñas empresas, es decir, aquellas que cuenten con menos de 50 trabajadores). A 1 de enero de 2011, casi la totalidad de las empresas españolas tenían menos de 200 trabajadores, según la información obtenida del Directorio Central de Empresas de INE.
El predominio de las PYME, es un rasgo común para todas las economías europeas, pero se encuentra más acentuado en España.
Las empresas españolas tienen una estructura de propiedad muy concentrada, lo que resulta consecuente en su reducida dimensión. Basada notablemente en la propiedad y en la gestión familiar. Este modelo de estructura empresarial, es distinta de otros modelos, así tenemos: el modelo centroeuropeo, el modelo anglosajón y el modelo japonés:
El modelo centroeuropeo se estructura a través de un nivel de accionariado, principalmente. Los accionistas tienen el control de al menos la mitad de la empresa.
El modelo anglosajón, el control mayoritario es ejercido por el accionista principal, con lo que la mayoría del capital está distribuido entre los accionistas minoristas.
El modelo de Japón, por el contrario, se encuentra como un modelo intermedio, cuya singularidad radica en que el accionista principal tiene una participación minoritaria, pero suficiente para poder intervenir en las decisiones de la empresa.
Volviendo con las PYME, éstas han soportado, en el caso español, elevados costes, en lo que respecta a los sistemas bancarios. Concretamente en  lo que respecta al acceso a la financiación externa.
El sistema productivo español está conformado por empresas propietarias de residentes (nacionales) y de no residentes (multinacionales extranjeras). Dentro de las empresas nacionales, una parte no tiene actividad internacional, otra ha alcanzado un considerable grado de internacionalización mediante la exportación.
La presencia de empresas multinacionales (EMN) extranjeras en el territorio nacional se remonta a siglos atrás. Con la entrada de España en el EU mejoró sus atractivos de localización, como consecuencia de la mayor apertura económica al exterior y la liberalización de los mercados, potenciando el valor de las ventajas de costes laborales e intensificando los efectos del crecimiento de la economía española. Hacia 1990, con un stock de inversión extranjera equivalente al 13 por 100 del PIB.
El perfil sectorial de las EMN extranjeras en España, pertenecientes en gran mayoría a los países de la OCDE, han ido cambiado con el tiempo. En el 2010: los servicios ocupan la primera posición con el 40 por 100 del stock, seguidos de manufacturas y energía y agua: ocupando posiciones marginales los sectores de la construcción (en el comienzo de este siglo, el sector de la construcción se a colocado en uno de los sectores primarios de nuestra economía).
                                                IV.            Los recursos naturales y energéticos
Los recursos naturales fueron considerados desde las primeras formulaciones de  la economía como una de los factores productivos fundamentales y determinantes para el crecimiento y de la riqueza de las naciones. Las preocupaciones de RICARCO o de John Stuart Mill y de Malthus, por la distribución de recursos dieron lugar a unas predicciones que vislumbraban un mundo abocado al crecimiento.
La base física de la economía española resulta, en su conjunto favorable, no obstante, ha planteado algunos obstáculos en el crecimiento. La carencia de recursos y la especial dependencia a los recursos energéticos, conduce a unas bajas cuotas de autoabastecimiento y una elevada dependencia de niveles de dependencia externa.
En España contamos con una biodiversidad de las riquezas naturales; pero esta calidad de espacio acecha la contaminación. Por el aumento de la temperatura del planeta se encuentran entre los problemas claves de nuestro país.
Numerosas normas comunitarias para fijar las emisiones de CO2 e en la UE y así cumplir los objetivos de Kioto. No obstante, en el caso español, se proyecta su cumplimiento para el 2020.
Por ello, ponemos de manifiesto la necesidad de reforzar las políticas de recursos de medioambiente. No solo la cantidad sino, muy especialmente, la calidad de los recursos naturales y la dotación de elementos que constituyan las bases de valores sociales y económicos, incidiendo en la competitividad de una economía sostenible y de uno de los elementos que más abiertamente suscita la sensibilidad de los ciudadanos, por ello, una decidida actuaciones de políticas económicas para mejorar nuestro entorno natural y que podamos decir el dicho aquel: “en España una ardilla podía cruzar de punta a punta sin tocar el suelo”; algo que hoy en día es impensable.

Como hemos señalado en las últimas líneas, es necesario creación de políticas que incentive nuestro crecimiento interno de una forma sostenible. Creándose mayores políticas de I+B e impulsando la internacionalización de nuestras empresas.
Nuestro modelo de economía depende de muchos elementos externos y de la financiación. Como hemos apuntado anteriormente, nuestro actual modelo se aglutina en el sector de la construcción, de la automoción, servicios y agricultura.
Nuestro actual modelo laboral y nuestra dependencia al petróleo, no nos permite avanzar e impulsar nuestra economía. Sería conveniente impulsar otros modelos de abastecimiento, para así evitar ese dependía al crudo. Nuestro clima beneficia la creación de energías renovables, pero no hemos avanzado mucho en ese sector.


Un cordial saludo,
Elizabeth Bastidas Gerónimo,
Abogada

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